VII


De mi madre qué decir,
siempre ante ella me postro,
mirando su tierno rostro
apaciguo mi sufrir,
pero, ¿antes de existir
este familiar cariño
me escondía en su corpiño?
Descubriré ese pasado,
cómo vivía a su lado
mis ambiciones de niño.

El enigma del futuro
siempre es inesperado,
y el recuerdo del pasado
un asesino seguro.
Es por eso, que el conjuro
de una pasión maternal
es el amargo final
de un amor tan incompleto,
que mas que amor, es un reto.
Nuestros padres, muchas veces,
se transforman en los jueces
de un material obsoleto.

Pareciera de animales
el futuro que predican.
¿Por qué tanto se dedican
por las cosas materiales?
¡Tanto tienes! ¡Tanto vales!
Vivimos una burbuja
que circular nos estruja.
Nuestros padres deben ser
enemigos del poder,
un poco más egoístas;
no hacernos protagonistas.
Porque si entregan su vida
a un hijo, su cruel partida
puede acabar el que existas.

Es difícil ser padre,
soy consciente de todo su cariño,
pero es más difícil
tratar de ser buen hijo,
porque todos lo somos,
es algo que nosotros no escogimos.

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