Quería Ser



Esperé tantas veces tu llegada
mirando por una ventana
un cielo nublado.

Siempre, siempre; como si la tierra
clamara la llegada de la lluvia.

Así te esperé, a veces
en un atardecer rojo
cuando el ocaso
vislumbraba los árboles,
como cuando una medalla
tu sonrisa se extendía por el lago;
el largo encorve de tus pestañas
como una mariposa o un ángel
que abría las alas
para entrar y salir en mi mente.

Desde niño, sí, desde niño
jugando con mi pensamiento
y preguntando a mi interior:
¿Cómo será esa princesa?
¿Cuándo se hará realidad?
Y en mi extravagancia
escribía tendido y extenso
mi nombre con un espacio,
un espacio reservado,
¿para ti? No lo sé.

Y es que quería
tanto y tanto,
ser tu guía y aprender
a conducir el gran camino.

Quería ser tus alas
y no tus ojos.
Ser tu esencia
y no tu rostro.
Ser tu llanto
y no tu risa.
Ser tu espectro
y no tu imagen.
Ser tu fragancia
y no tus pétalos.
Ser tu sirviente
y no tu esclavo.
Ser tu pecado
y no tu castigo.
Ser tu enamorado
y no...¡tu amigo!

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