Nota Final



Este soplo de vida que renace
en cada inspiración que se me brinda,
permite que el futuro despedace,
aunque, bajo mis pies nadie se rinda.

Qué puedo decirte, traté de ser
El ángel que quiere, que ama, que aguanta;
todas mis notas deberán volver
a ser los acordes de mi garganta.

La música de tu voz se despide.
Está bien, toma tus cosas y vete...
El alma toca y el dolor incide.
¿Ves llorar mi guitarra de juguete?

Era mi armónica pasión, mi canto,
mi luna, mi sol, mi universo ferro.
El arte de mis dedos es quebranto
desde que tú velaste nuestro entierro.

¡Qué importa que te grite! ¡Qué me importa
el resto del mundo si tú eras mi arte!
Más que mi aire, mi inspiración; la aorta
que al cortarse no puede desangrarte.

Qué triste suena esto, aunque no creas
cómo duele sentirte tan distante;
tu imagen apodera las ideas,
se vuelven agonía cada instante.

La melodía se torna perversa,
cual partitura nos partió en dos:
a ti te dio la redención inmersa,
dejando para mí, el triste adiós.

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