Siempre fui de
las personas que esperaban la aprobación del mundo, que todos me dijeran que
era un buen tipo, y terminar siempre como un peón no coronado en un tablero de
ajedrez.
Todos
continuaron construyendo su historia y solo me quedé, como una coma desubicada,
como un punto a parte perpetuo.
Aprendí a
coronar ese peón, y a escribir un nuevo párrafo: ¡con la seguridad de escribir
acerca de un rey, con un imperio asegurado!
Y cuando tengo
seguro no volver a caer en esperar algo del mundo, conocí a una noble pieza del
tablero de ajedrez contrario, la futura reina del lado antagónico.
¿Perder mi
reino, o luchar interminablemente contra la nueva soberana? En realidad, vine a
proponerle una tregua: seré su sirviente, seré un plebeyo, volveré a ser un peón
y una coma sin importancia.
¿Jugamos
damas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario