Aflicción


            - Escucha el triste cántaro de mi pobre abolengo,
           alimenta tu vida de luz y oscuridad.
           Por justicia llegué y por justicia vengo;
           ¡No me conformaré con cruenta realidad!

No vine a contemplar tus miradas profundas.
No vine a conjurar tu eterna esclavitud.
Mejor ya no me beses. Mejor no te confundas.
Mejor no desperdicies tu corta juventud.

           - Yo soñaba contigo, esperándote estuve,
           detrás del horizonte quería oír tu voz.
           Sin recibir respuesta, sin divisar la nube
           que algún lejano día nos cubriera a los dos.

Piensa que yo no tengo riquezas que ofrecerte,
yo no vine a buscarte, pero te conocí;
y si el destino dicta amarte hasta la muerte
que después de la muerte siga amándote a ti.

           - Si tú juras amarme sin poner las fronteras,
           yo prometo ser tuya en alma y corazón,
           y sellen estas lágrimas pasiones verdaderas:
           ¡será llanto por llanto, y pasión por pasión”.

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Han pasado, cariño, los ocasos y tardes,
complacido agradezco tu paciencia y bondad.
Tu promesa cumpliste con dolor, sin alardes,
y triste y cabizbajo lloro una eternidad.

Yo no pude cumplir, perdóname, amor mío,
yo siento tu agonía, yo siento tu sufrir,
mirando el plenilunio, sintiendo cada estío,
que el mundo, cada día, parece no existir.

Para un amor inmenso el tiempo fue tan corto,
analizó los días que no me declaré,
dos décadas de amigos me dejaron absorto
y sólo siete meses a tu lado pasé.

Estás muerta, mi amor, nace el remordimiento.
¡Callamos tanto tiempo por velar la razón!
Solo espero que Dios sienta mi sufrimiento
y los dos nos amemos: en la resurrección.

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